La verdadera talla
Me estaban volviendo loca en la tienda con las
tallas de los vaqueros, de cada marca me sacaban una talla distinta, que
si esta marca, talla grande, que si esta otra, talla pequeña y, claro,
te inclinas por la más pequeña. Te da el subidón de autoestima al
comprobar que entras en una talla menos, pero la alegría dura poco,
porque justo entonces te recomiendan una faja para disimular esas
cartucheras que te marcan los vaqueros que te estás probando, y te
hunden en la miseria.
Durante muchos años la industria de la moda nos
ha hecho creer a las mujeres que, como decía Coco Chanel, “nunca se es
demasiado rica ni demasiado delgada”. Una estupidez muy peligrosa que ha
llevado a la infelicidad a muchas. Durante generaciones, las mujeres han
sufrido la tiranía de la delgadez, el castigo bíblico de los michelines.
La delgadez se ha considerado un síntoma de distinción, de glamour,
incluso de poder. Y así hemos llegado al extremo de ver desfilar a
modelos de aspecto enfermizo por las más famosas pasarelas del mundo.
Modelos que marcan la pauta para millones de jóvenes y mayores que, más
allá de la anorexia y de la bulimia, son desdichadas cada día al no
poder alcanzar esos cánones de belleza, que son irreales y que rayan en
la desnutrición. Esa infelicidad diaria, ese sentimiento de
insatisfacción permanente por el peso, por la talla, es una de las
maneras de tenernos sometidas. La publicidad siempre está marcando a las
mujeres cómo tienen que estar de delgadas.
La semana pasada veíamos el comienzo de un
estudio entre 8.500 españolas de entre 12 y 70 años para unificar las
tallas, tras un acuerdo entre el Ministerio de Sanidad y los pesos
pesados del mundo de la moda (¡lo de peso pesado es positivo!). Gracias
al estudio –que se ha hecho ya antes en Francia-, la talla 46 va a dejar
de considerarse especial y los maniquíes de los escaparates habrán de
engordar unos kilos para lucir las prendas que luego llevarán las
mujeres de carne y hueso (nunca mejor dicho).
Después de la polémica del año pasado en la
pasarela Cibeles, este fin de semana hemos sabido que de las casi 70
modelos seleccionadas para desfilar por Cibeles 2007, cinco de ellas,
tras subirse a la báscula, no han alcanzado el índice mínimo de masa
corporal, que es 18. Para que nos hagamos una idea, el índice 18
equivale a medir 1,80 de estatura y pesar ¡50 kilos!
Y
es que para desfilar por la pasarela de la vida no hace falta cumplir
con los míticos 90-60-90, ni hay que vivir obsesionadas con el cuerpo
perfecto ni con la talla ideal. La autoestima, la felicidad, la
satisfacción personal están en lo que nos desarrollamos como personas,
en los logros y en cómo vamos superando las dificultades del día a día.
Y ahí sí que hay que dar la verdadera talla.
Mayte
Ziriza
La
Rioja.com
21-02-2007
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